No es un tópico lo del salero y la gracia de Cádiz: es la pura verdad. Latrimilenaria Cádiz sigue manteniendo el tipo, como demuestra cada año en sus carnavales y a pesar de que las cosas materiales no le vayan nada bien (más del 50 % de paro que ya es endémico), a pesar de que votan y votan a la Teo, la primera de la que se ríen en coros, murgas, comparsas y chirigotas.
Como exponente de esa gracia les traigo dos muestras: una de la jerezana Lola de España, que la tenía a pesar de que el público que “tanto la quería y admiraba” estuvo a punto de arruinar la boda de su hija Lolita en Marbella: “Si me querei (sic) irse.”, decía desesperada en presencia de los grises que intentaban mantener el orden…
El otro es el Beni de Cádiz, al que Jesús Quintero le hace una de sus magistrales entrevistas, poseedor de gracia a espuertas lo que no que no impedía que fuese un cantaor de flamenco sublime: Barrio de la Triniá: Beni de Cádiz, por Fernando Quiñones, que tocaba todos los palos, al igual que en el humor. Y como el asunto del mangueo y el trinque está tan de moda en España, no en las clases desheredadas de la fortuna sino entre las de alta alcurnia y la fauna política, les ofrezco una disquisición de El Beni sobre los verbos trincar y mangar, sinónimos a simple vista pero no para El Beni de Cádiz, recogido en El RedCuadro: Discurso sobre “mangar” y “trincar” , de Antonio Burgos:
(…) A lo que Beni, investido de la autoridad de los tres mil años de Cádiz que llevaba personalmente en todo lo alto, nos aclaró:
— Ah, no, querido, no es lo mismo. Mira, trincar es apañar dinerito, hayares, billetitos, moneditas, de esas redonditas de veinte duritos, de cien duritos, o esos papelitos de color moradito con ese Principe de Asturias que lo ves y se te caen dos lágrimas,
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