A falta de noticias de más enjundia, a la espera del rescate parcial del país en septiembre, con Nadal fuera de juego por las lesiones y Contador eliminado por la envidia, la prensa internacional está haciendo su agosto con nuestros famosos de cartón piedra, aquellos que han accedido a la fama por unos misteriosos resortes que nadie se explica: como Belén Esteban,la Florde San Blas, o Juan Manuel Sánchez Gordillo , peculiar figura del movimiento obrero en el siglo XXI o la duquesa María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y de Silva, poseedora de 46 títulos nobiliarios y veinte veces Grande de España.
B.Esteban accedió a la fama por haberse ligado a un torero de cuya unión nació una criatura que no tiene la culpa de nada, fama que hoy oscurece a la del torero y lo mismo sale en televisión anunciando un bingo virtual, que presentando una línea de zapatos que impartiendo cutrerío en una popular emisora de televisión: son famosas sus frases, como aquella de ¿acaso soy yo Ben Laden?, o “yo por Andreita, maaato” o “digo esto porque me sale del potorro”
Tal es su fama que ya ha traspasado fronteras de manera que hasta el sesudo Le Monde le dedica un reportaje en que es considerada como la’ reina ibérica de los talk-shows’, acompañado de críticas y comentarios mordaces, lo que no es óbice para que se sienta orgullosa de haber salido en Le Monde, cuya corresponsal en España no se explica cómo arrastra tanta gente:
“ Tan querido como odiada, esta rubia de 39 años, demasiado flaca, y con una cara dañada por la vida, tiene 480.000 seguidores en Twitter. A pesar de su manera de hablar y sus formas abruptas y rústicas, obtendría el 7,9% de los votos si se presentara a las elecciones para presidente del Gobierno, según una encuesta realizada en 2010″”
“Camarera y niñera a tiempo parcial, vivía con sus padres y hermanos en un piso en el popular barrio de San Blas” pasando a vivir en “una lujosa propiedad de300 hectáreasen la provincia de Cádiz, llamada ‘Ambiciones’”, de la que salió por “supuestas infidelidades, el embarazo sorpresa, el parto y más tarde la separación final. Esta historia de ‘Cenicienta’ podría haber terminado ahí si Belén Esteban no hubiera acordado contar sus desgracias a la prensa rosa. Si su vida es como una novela, ella lo transforma en serie, dominando “la improvisación” en un escenario donde ella “destaca por encima de los otros"
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