Es mejor no leer la prensa que comienza a desgranar muchos de los dramas personales que ha ocasionado esta deserción masiva de los trabajadores encargados de dirigir el tráfico aéreo por no hablar de los millones de euros perdidos en estos tiempos tan difíciles ni de la puñalada trapera que han asestados estos tíos –y tías- a la industria turistica ni del desprestigio a la nación tan en tela de juicio últimamente por los especuladores y las acometidas de los mercados. Es mejor no informarse de esto porque el nivel de indignación subiría exponencialmente y más si se oye a una controladora decir compungidísima: ‘La Guardia Civil ha aparecido con la pistola en la mano y nos ha obligado a trabajar’
A ver si de una vez los gobiernos, este y los que vengan, se ponen a trabajar en serio para erradicar este cáncer social –esperemos que los pilotos no se levanten de nuevo- que constituye unos señores que, los que menos, ganan 200.000 euros al año (mucho más que todos los ministros y su jefe) por arte de no se sabe qué leyes. Una solución que les ofrecemos es que a partir de hoy nuestras universidades, actuales fábricas de parados superlicenciados y “masterizados”, dediquen un poco de tanto esfuerzo inútil a formar controladores como churros, modificando y controlando los sistemas de acceso al cuerpo, con el fin de que no vuelvan a estrangular ni la economía de la nación ni la ilusión de tanta gente indefensa. Que sobren controladores como sobran ingenieros o profesores.
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