
Como les digo: sorpresivamente, de la misma forma que abandonaron artera, alevosamente sus puestos sin importarles los perjuicios que iban a ocasionar a centenares de miles de personas, han recuperado esa maltrecha salud que les impedía trabajar con normalidad “amarrados al duro banco” de las torres del Control Aéreo. Ahora van a trabajar al menos durante quince días disciplinadamente bajo la férula militar, bajo la supervisión de unas personas, de unos currantes, que en el mejor de los casos tienen un sueldo veinte veces menor que el de estas figuras que han puesto en jaque a la nación: un controlador militar con 20 años de servicio estará por los 1.700 euros mensuales.
¿Y por que han acudido tan mansamente a sus puestos los controladores? Porque “la declaración del estado de alarma implica que durante su vigencia todos los controladores aéreos de AENA quedan movilizados, pasan a tener la consideración de personal militar y
por tanto, sometidos a las ordenes directas del jefe del Estado Mayor
del Ejercito del Aire. Quedan sometidos al régimen penal y
disciplinario propio de las Fuerzas Armadas. Ello determina que las
actuaciones que lleven a cabo los controladores serán encuadradas en los
tipos delictivos del Código Penal Militar como
desobediencia, resistencia a la autoridad militar, sedición, etcétera…
imponiéndose las penas previstas en dicho Código Penal a quienes
resulten sancionados con arreglo a la misma”
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