Se consuma el triunfo de los taurófobos en Catalunya
Lo que a mi no me parece ni bien ni mal sino fuese porque detrás de ello existe una clara maniobra política con la que se persigue no el bien del animal que ayer se lidió por última vez, según dictado del Parlament catalán, en la plaza Monumental de Barcelona, una de las más importantes del mundo junto con Las Ventas de Madrid, la Monumental de México o la Maestranza de Sevilla. Una maniobra política más similar a las actuaciones en contra del castellano con las que pretenden diferenciarse del resto del resto de España y que en el caso de la lengua han sido bendecidas en estos últimos días por políticos socialistas de relieve nacional, léase Carmen Chacón o el candidato Rubalcaba.
Es sintomático que haya mucha gente que es antitaurina pero que ayer gritaba ¡libertad! ¡libertad! porque un nuevo derecho, el de ver o no ver un espectáculo, había sido hollado por unos gobernantes de poca categoría que, por otra parte, si permiten que se humille al toro en otros espectáculos no reglados, a lo largo y a lo ancho de la Región.
Y ahora a esperar que Tribunal Constitucional de pronuncie sobre la licitud de este liberticidio con más celeridad que con el célebre Estatut.
De momento, y desde el día 1 de enero del próximo año los catalanes a
los que le gusten las corridas de toros tendrán que viajar a Francia, Aragón o Castellón, los territorios más próximos. Sí podrán seguir viendo al toro, en forma de Bous al Carrer, en cualquier lugar de Cataluña, a los que, de momento, esos nacionalistas rancios y pueblerinos, no se ha atrevido a prohibir.