Suponiendo que haya estado esos diez años viviendo en la inopia y no se haya buscado otro trabajo si no ha querido, como a la vieja usanza, ser mantenida por el alemán divorciado Johannes Romes, con el que se casó por lo civil en elJuzgado de Níjar.El casamiento de Resurrección con el divorciado Johannes Romes hizo disparar las alarmas en el Obispado de Almería que no le renovó el contrato porque a esta sede episcopal llegaron rumores de que vivía con un casado…por lo cual ya no reunía las condiciones exigibles para defender la moral y doctrina cristianas.
Diez años después el Tribunal Constitucional ha otorgado el amparo aResurrección Galera Navarro, considerando que tiene derecho a “no sufrir discriminación por razón de sus circunstancias personales, a la libertad ideológica en conexión con el derecho a contraer matrimonio en la forma legalmente establecida y a la intimidad personal y familiar”, resolución que lleva implícita la consideración de que los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede, de 1979 no impiden que los tribunales españoles de orden social protejan los derechos fundamentales.
Veamos cómo Ignacio Escolar enfoca el asunto en el que sale a relucir la historia de la también divorciada Letizia y la hipocresía de los obispos en algunos casos:
“Antes de felicitarse por la lógica sentencia del Tribunal Constitucional a favor de una profesora de religión que fue despedida por no vivir bajo los criterios morales de la Iglesia Católica, conviene preguntarse cómo hemos llegado hasta aquí. Los hechos probados: Resurrección Galera se quedó sin trabajo hace diez años porque el Obispado de Almería decidió no renovar su contrato. ¿El motivo? El Obispado nunca lo ocultó: “Nos han llegado afirmaciones de que estás viviendo con un señor casado. Es una situación insostenible”, le dijeron. El “señor casado” era, en realidad, un “señor divorciado”. Poco cambia la cosa –como si fuese una señora, o dos–, y sólo resalto el dato para subrayar la hipocresía de unos obispos que no tienen problema alguno en casar a una señora divorciada en la Catedral de la Almudena si el novio va a ser rey de España, pero que se permiten el privilegio de meterse en la vida privada de una trabajadora cuyo salario, además, no pagan ellos.
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