Nadal es mucho Nadal. Personajes así son los que a veces necesitan los países para subir la moral colectiva asediada en varios frentes, que van desde la desconfianza en los políticos gobernantes que se ven a su vez cercados por la justicia debido a sus prácticas irregulares hasta el conflicto de la Roca, contra los cínicos ingleses: Londres prepara acciones legales “sin precedentes” por las colas en Gibraltar
Y Nadal, de una manera inconsciente es protagonista una vez más de esa función, sobre todo cuando ya muchos lo habían enterrado: resurge este curso, cual ave fénix: ha sumado Montreal a los triunfos en Roland Garros, los Masters 1000 de Roma, Madrid e Indian Wells y los torneos de Barcelona, Acapulco y Sao Paulo, antes había caído en primera Ronda en Wimbledon. Con el triunfo en Montreal se convierte en el que más Masters 1000 ha ganado: veinticinco trofeos, cuatro más que el suizo Roger Federer, siete más que el estadounidense Andre Agassi y diez por encima que el serbio Novak Djokovic.
Valió la pena quedarse delante del televisor la madrugada del sábado para ver el duelo Djokovic-Nadal, la final anticipada del Master 1000 de Montreal., en la que el español no partía como favorito: los duelos en superficie de cemento eran netamente favorables al serbio, además de que Nadal no ganaba en ellas desde 2010. Lucía un 11-5 en pista dura. Y en 2011 Nadal llegó a acumular siete derrotas seguidas ante el serbio.
El madrugón podía resultar frustrante si se cumplían los pronósticos y ganaba el nº 1 del mundo, un excelente comediante además de ser hace dos temporadas el implacable verdugo del balear. Parece que las tendencias están cambiando y en esta el saldo es favorable para Nadal.
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Rafa es mucho Rafa