Solo hace unos días, el 18 de agosto de 2013, se conmemoró el 77 º aniversario del asesinato deFederico García Lorca entre Víznar y Alfacar, Granada, que por cierto cae de lleno dentro de los objetivos de la tan denostada Memoria Histórica al no haber sido aún encontrados sus restos. Curiosamente ese día alguien “exhumó” el post, escrito en 2011, ¿Será removido Franco del Valle de los Caidos? en el que se hablaba de una propuesta que animaba a que se trasladaran los restos del Golpista español por excelencia desde el Mausoleo de Cuelgamuros hacia otro lugar con menos connotaciones. Podían estar muchos miles de victimas de ambos bandos allí reunidas mas no era-no es de recibo que lo estuvieran bajo el mismo techo junto al verdugo de muchas de ellas. Pues bien decía un comentario que se dejaran a los muertos en paz…, la paz de los sepulcros pero no una auténtica paz justa. Se decía acerca de aquella propuesta que duerme el sueño de los justos:
“O es una nueva cortina de humo para distraer a las empobrecidas masas de sus problemas. O es una siniestra tinta del calamar porque hay huesos de por medio. O es poner ante la consideración de los que tuvieron víctimas en el bando perdedor la paradoja de que el verdugo que las produjo está solemnemente enterrado bajo un impresionante mausoleo que supera a los de los faraones y sus víctimas masacradas yacen aún la mayoría en las viejas cunetas reconvertidas en algunos casos en modernos arcenes”
En realidad los huesos de Federico –el Federico español por antonomasia- siguen aun en algún lugar ignoto y hasta la propia familia ha manifestado sus deseo de que así permanezcan. Pero Federico es universal, es el símbolo ante el mundo de aquel disparate fratricida que no se debe olvidad para no que no ocurra de nuevo. David Torres lo recuerda así en Jaca negra, luna grande:
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Federico, 77º aniversario