Debido a la restricción crediticia que asfixia a particulares y ¦0¦, tanto las pequeñas como las medianas, a la crisis financiera global-¿dónde ha ido a parar el dinero?, ¿qué monstruo mueve los hilos de las finanzas?-,al incesante aumento del paro que los más pesimistas afirman, incluidodon Pedro Solbes, que lo peor está por venir-esperemos que los malosaugurios no se cumplan y que el atasco financiero se resuelvafácilmente , de improviso, como los atascos que se producen en lascaravanas automovilísticas, que se deshacen de golpe, el consumo hacaído de forma exponencial y si la construcción, la más elevada de laUnión europea, con mucha diferencia, era la locomotora que tiraba de laeconomía,ahora, al caer una 50 % de media, ha arrastrado en su caída a muchossectores, el más importante, el del automóvil, sin mencionar otrosrelacionados directamente con aquella, como pueden ser las fábricas demuebles y demás componentes de la vivienda.
Como resultado ni se venden pisos ni cochesy no sólo hay stocks de unos y otros en las fábricas o en laspromociones de viviendas que ya tardan en venderse una media de tresaños y medio, sino en los garajes de los bancospues cada vez hay más empresas, de las que compran sus vehículos con lafórmula del leasing o renting, que no pueden afrontar los pagos y asíoptan-a la fuerza ahorcan- por devolver los vehículos a los bancos ,convirtiéndose en “clientes sonajeros” , como, no muy ingeniosamente ladada gravedad de la situación, llaman a los que se presentan en laoficina bancaria haciendo sonar las llaves del coche, cual sonaja.
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