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Al parecer el Movimiento del 15-M, el de “los indignados”, ha comenzado a claudicar por lo menos en cuanto a la ocupación de los espacios públicos. No hubiera sido inteligente permanecer ni un minuto más en esta actitud porque se echarían encima, no solo a los comerciantes sino a la opinión pública en general y sobre todo porque su movimiento sí que ha calado en la sociedad sobre todo entre la gente de izquierdas, como Julio Anguita: ““El 15-M puede ser el hervor que le falta a la izquierda” y esperemos que los políticos en general hayan tomado nota de sus peticiones.
Y lo que más los tiene indignados, como al resto de la población, es la corrupción tan presente entre la clase política: la mayoría son honrados pero los que no lo son se notan mucho.
Como dice Ángel F. Fermoselle en El Mundo: “ ¿Cómo no esperar que se indignen en Valencia si, de los 55 parlamentarios del Partido Popular que han tomado posesión de sus actas nada menos que 10, casi el 20%, están implicados o imputados en casos de corrupción? ¿Cómo no enfadarse si el propio presidente del Ejecutivo (Camps), que está muy cerca de ocupar un desafortunado espacio en el banquillo de los acusados, ha ignorado esta situación forjándose una reelección que como mínimo pondrá en serios aprietos a su partido? ¿Cómo no sonrojarse al comprobar que a Sonia Castedo, la alcaldesa de Alicante, no le parece suficientemente relevante el escándalo provocado por los regalos, Mini Cooper incluido, enviados por el empresario Enrique Ortiz e inicia, impertérrita, su segundo mandato? ¿Cómo no soliviantarse si políticos como Ricardo Costa, imputado en el caso de los trajes, o Vicente Rambla, relacionado por la Justicia con las contrataciones a Orange Market, prefieren ignorar las protestas y blindarse con la nueva legislatura?
Se mire como se mire, es para indignarse. Independientemente de si uno coincide o no con los planteamientos de los seguidores del 15-M, sobre todo en su última y más intensa campaña, es evidente que la clase política española lleva mucho tiempo provocando a los ciudadanos. Y los ciudadanos, al menos en un número muy considerable, por fin se han hartado”
El Movimiento 15-M ha cosechado también muchas incomprensiones e intolerancias hasta el punto de que algunos, como Federico Jiménez Losantos, han calificado el movimiento como una “movida de periodistas hiperexcitables y activistas hiperexcitados que ha desembocado en unaquelarre que se parece horrores a la kale borroka proetarra o a la violencia de ATTAC”:
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