
En La Noria,
versión política, tienen cierto olfato para llevar los temas más
candentes del momento y el de los controladores se ha llevado la palma
en el comienzo del puente de la Constitución, víspera de las entrañables fiestas, más comerciales que entrañables, de la Navidad. Porque el aperitivo del puente ha sido para muchos tomar un cáliz amargo por mor del rico colectivo –tan pobre de espíritu y tan proclive a enfermar por las molestias de su trabajo- de los controladores nos hemos visto obligados a retroceder a viejos tiempos en que el Ejército ha tomado el control de nuestras vidas aunque en este caso democráticamente y por el bien general y no como en otros en que subvirtieron la legalidad vigente.
Porque el puente festivo para muchos ha sido volado incontroladamente por unos pocos nos hemos visto obligados a contemplar-aunténtico efecto secundario del golpe de mano de los controladores- la esperpéntica figura de Miguel Ángel Rodríguez: parece mentira que tal individuo siga saliendo en público, publicando libros y haya sido ¡ portavoz de un Gobierno del Reino de España! De aquellos polvos vinieron estos abundantes lodos.
Además de MAR, siglas del citado mequetrefe, tuvimos ocasión de ver la figura de un piloto civil,
acérrimo defensor de los controladores, al que le daba miedo, si no
estaban bien física y psicológicamente éstos, su propia vida y la de los
600.000 afectados en un descontrolado vuelo. María Antonia Iglesias, en actitud de cabreo permanente, le replicó adecuadamente y también recibió lo suyo el colectivo de pilotos al que se le hace la boca agua pensar en las próximas fiestas tan propicias para sus reivindicaciones.
De los demás tertulianos sólo he de decir que cumplieron con sus guiones preestablecidos:
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