Tenemos una pequeña relación de políticos que
periódicamente vierten sus opiniones, que suelen ser negativas, sobre
los habitantes de una de las regiones más importantes del Estado
español, Andalucía, que tuvo la suerte o
desgracia de que fuese incorporada a la Corona de Castilla después
de varios siglos de lucha entre el Ejército del Norte
de su territorio- de Despeñaperros p’arriba - y el
poder existente desde el 711, musulmán.
Conforme se iba consolidando la conquista o reconquista,
si lo prefieren, el territorio se iba repartiendo – los famosos
repartimientos- entre los militares que mandaban los
ejércitos, y los más notables recibían enormes extensiones de
territorio, provincias enteras, lo que dio lugar a los latifundios
en los que algunos han visto el origen de los males
estructurales que sufre Andalucía.
Entre esos políticos tenemos anotados los nombres de Durán i Lleida
,Cristóbal Montoro; Alejo Vidal-Cuadras, Esperanza Aguirre, Ana Mato,
Jaime Mayor Oreja, Montserrat Nebrera y Juan Carlos Aparicio, de diversa
procedencia - alguno de ellos hijos de la tierra a la que suelen
despreciar tan alegremente: son más renegados que el resto- y de los
cuales hablaremos posteriormente.
Hemos indagado las causas de esta extraña actitud y visto un posible
origen en el filósofo y ensayista madrileño Ortega y Gasset, del que
diré, para conocimiento de alguno de los anteriormente citados, que es
una sola persona y no dos, al igual que Saramago es un apellido y no
Sara Mago, como dijo una vez la lideresa.
Ortega, en su “Teoría de Andalucía” da rienda suelta a su prodigiosa
imaginación y nos ve así a los andaluces:
“…Mientras creamos haberlo dicho todo cuando acusamos al andaluz de
holgazanería,
Leer mas...