
No lo digo yo sino él: así se describe en su nuevo libro Esos días azules. Memorias de un niño raro (Ed. Planeta) donde habla de sus recuerdos reconociendo que la lujuria sigue siendo uno de los factores cruciales de su existencia a pesar de ser un (viejo) provecto: “Me gustan, y me siguen gustando, las chicas jóvenes, muy jóvenes, solo ellas, pero no tanto por la tersura de la piel y la firmeza de la carne cuanto por su curiosidad, disponibilidad y vocación de aventura” Y por ello “habría sido incriminado por los perros guardianes de la moral puritana” “”Las feministas de carné y hueso, que no de carne y coño, siempre tan gazmoñas, tan reprimidas y tan represivas, tan biliosas y monjiles me acusan de ser un viejo verde. Bueno, ¿y qué?”
Confiesa que su vida ha estado marcada por la felicidad: “a mí me gusta coger hasta la gripe” “Los únicos momentos un poco agridulces que he vivido han sido las rupturas con las mujeres, sobre todo si hay hijos por medio. Pero quitando eso, este libro son las memorias de un niño raro y feliz.”
La figura de la mujer es muy atrayente para él:
“Siempre he sentido el impulso de ser mujer sin dejar de ser hombre. Yin-yang. Y, al mismo tiempo confieso que me gustan tanto las mujeres que siempre me han dado un poco de envidia. Tengo la sensación de que se lo pasan mejor en la cama”.
Tag: literatura
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