Porque al parecer actuando en soledad ha sido capaz en un par de horas matar al menos a 91 personas, 84 en Utoya y 7 en Oslo. Un individuo con el único antecedente de unas cuantas infracciones de tráfico de menor cuantía pero que desde los 20 años se declaraba de extrema derecha y en la actualidad soltero, cristiano, de ideas políticas conservadoras, y en sus intereses figuran el culturismo, la caza, la música chill y la masonería. Profesaba un nacionalismo radical y era un visitante asiduo de la web Document.no, un portal islamófobo con noticias y opiniones racistas y antimusulmanas.
En el perfil que tenía en twiter figuraba la frase de Stuart Mill: “Una persona con una creencia equivale a la fuerza de 100.000 que sólo se mueven por interés”.
Por todo ello es inexplicable que dirigiera su odio contra el gobierno con una bomba en Oslo y organizara posteriormente la masacre en la isla de Utoya contra indefensos adolescentes que se reunían inermes en un campamento de las Juventudes Socialdemócratas.
Su abogado ha dicho sobre él: “Ha dicho que él creyó que sus acciones eran atroces pero que en su cabeza resultaban necesarias; probablemente las planificó durante un periodo largo de tiempo” “Cuando se se habla de la seriedad del asunto, de la increíble amplitud de heridos y muertos, se limita a asumir que fue cruel ejecutar esos asesinatos, pero esto era necesario”.
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