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El 7 de febrero se cumplen 77 años de la desbandá, o huida desde Málaga a Almería de unas 150.000 personas –hombres mujeres y niños- huyendo de las tropas sublevadas. contra el gobierno legítimo de la República, seguramente debido al miedo que les inspiraban las soflamas del general Quiepo de Llano que decía por la radio: “’Malagueños, maricones, ponedle pantalones a la luna”, y huían despavoridos no solo desde Málaga capital sino desde puntos de toda la provincia. Seguramente todo malagueño tiene entre sus antepasados algún fugitivo del terror que les inspiraban aquellos a los que ya llamaban fascistas.
Sin duda un episodio al que Borges se olvidó de incluir en su Historia Universal de la Infamia ya que en este genocidio, cometido por tierra, mar y aire por las tropas franquistas, apoyadas por italianos y alemanes contra una población civil indefensa, se contabilizan entre 5000 y 7500 asesinatos alevosos cuyos cuerpos acabaron en fosas comunes o se los llevó el río Guadalfeo.
El médico canadiense Norman Bethune que asistía a los heridos dejó anotado en su cuaderno:
“el único crimen de aquella gente había sido el de votar por un Gobierno del pueblo” Y describía así aquella marcha forzada:
“Los niños llevaban solamente su pantalón y las niñas su vestido ancho, medio desnudos todos bajo el sol… Niños con los bracitos y las piernas enredados en trapos ensangrentados: niños sin zapatos, con los pies hinchados; niños que lloraban desesperados de dolor, de hambre, de cansancio… cuatro días perseguidos por los aviones de los bárbaros fascistas, y cuatro noches de caminar en grupo compacto hombres, mujeres, niños, mulas, burros y cabras, tratando de mantenerse juntas las familias, llamándose por el nombre propio, buscándose en las sombras”
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