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Hace solo unos años, coincidiendo curiosamente con el zapaterismo, pareció que se estaba implantando en España un laicismo salvaje que trataba de imponer una serie de valores que amenazaban con implantar una moral impía y laxa. Desde púlpitos y tribunas se avisaba del advenimiento de los nuevos jinetes del Apocalipsis y numerosas macromanisfestaciones intentaban parar todo aquello que se nos venía encima. Al parecer, con el advenimiento de los actuales gobernantes, aquellas grandes concentraciones hicieron mutis por el foro: las acometidas del Maligno pasaron a la historia. Lógicamente nos fuimos haciendo eco de tan alarmante situación en algunos posts:
Acerca del supuesto laicismo agresivo imperante en España
El laicismo radical contraprograma su Semana Laica para abril
El peligroso laicista Zapatero tiende una alfombra dorada al Papa
Frenazo de “Hazteoir” al laicismo salvaje
Benedicto XVI: “El laicismo actual de España similar al anticlericalismo de la IIª República”
Pero hete aquí que el Papa Francisco, que tantos esquemas y moldes está rompiendo en el Vaticano, delante de cardenales y obispos, entre los que se encuentra, cómo no, aquel que estaba detrás de aquellas alarmantes campañas, monseñor Rouco Varela –se hartó de hablar desde los púlpitos derelativismo moral y de laicismo- , defiende con nitidez el Estado laico: “La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad”.
Este Papa seguramente ha cogido con el paso cambiado a cierta Iglesia cuyo conservadurismo a ultranza basa su doctrina en la moral sexual y reproductiva de su grey y les muestra asuntos más importantes a qué dedicarse, como que recuperemos la confianza en la política tan deteriorada por “el egoísmo y la corrupción” de los gobernantes y hasta la fe en Dios por la “incoherencia” de la Iglesia, o sobre la pobreza, lo que no quiere decir que esté de acuerdo con el matrimonio gay ni con el aborto, habiéndose hecho la siguiente pregunta sobre los homosexuales “¿Quién soy yo para juzgarlos?”
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El Papa Francisco en las favelas