No aprenden los políticos unos de otros, no recuerdan lo que le pasó a Felipe González que tuvo que visitar en repetidas ocasiones la Unidad de Quemados al poner la mano en el fuego-sin especificar cuál de la dos, suponemos que iría alternando- por colaboradores suyos, en concreto y que recordemos, por Mariano Rubio. Ahora Esperanza Aguirre ha dicho: “Pongo la mano en el fuego por todos mis consejeros” “No hay montada ninguna estructura de espionaje”, a propósito de la supuesta trama de espionaje que se está investigando en la Comunidad de Madrid. A la vista de los datos que van saliendo nos parece muy temeraria la actitud de Esperanza, cuando aún tiene fresco el horror que pasó en Bombay: está por ver que en tan poco tiempo sea visitada por la diosa Fortuna.
El espectador imparcial saca unas consecuencias elementales de todo esto: es la lucha no tan soterrada por el poder político y económico, por la sucesión a Mariano, por eliminar a Gallardón, por Caja Madrid, etc, y tan es así que alrededor del caso de espionaje se están colocando las distintas corrientes de opinión, en las que no vamos a entrar pero sí reproducir algunas que ustedes pueden ir colocando en el tablero.
Así, Losantos apunta en el deber de Gallardón, que está teniendo un comportamiento “obscenamente artero” y el de Rajoy, “cobarde”, los auténticos instigadores del caso, para desembarazarse de Esperanza. Una opinión que está vertiendo a lo largo de la mañana desde su espacio radiofónico. Aunque por aseo lógico sólo hemos reproducido “obsceno, artero y cobarde” de los 30 más que les dedica y que aparecen el audio de LA MAÑANA de la COPE, que suponemos deberá tener instalados unos confesionarios móviles por el que deberían pasar algunos de sus colaboradores: decir palabras feas antes era pecado.
González Pons, portavoz del PP, insidiosamente se permitió, la licencia de inmiscuir en el caso al Ministerio de Interior, que regenta Alfredo Pérez Rubalcaba.
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