
Hay que leer más.Y a ser posible, a tiro fijo, sin hacer caso a los cantos de sirena de las editoriales que quieren vender los libros como churros, incluso si son de autores consagrados por la popularidad adquirida después de varios lustros de dedicación a la telebasura, caso de Belén Esteban, la autora más novel, que en los últimos días ha vendido más libros que nadie, a la altura de “El largo camino hacia la Libertad” sobre Nelson Mandela.
Y uno de los libros en que han hecho diana, seguramente por motivos estético-literarios y de documentación de la realidad que nos está tocando vivir en esta primera década del siglo, 56 críticos y periodistas de Babelia y Cultura de EL PAÍS, es En la orilla, de Rafael Chirles, que aborda la crisis económica presente desde el pantano de Olba donde el protagonista, Esteban, un carpintero, amo y esclavo, que se ha visto obligado a cerrar su taller y a despedir a sus trabajadores, coloca un cadáver, pretexto para que repase todas las miserias humanas – “no hay ser humano que no merezca ser tratado como culpable”, afirma- que han hecho posible el mundo en que vivimos y cuyas señas de identidad son la agonía, el paro generalizado, la quiebra de los negocios y la infelicidad.
Esta es la reseña que hace de “En la orilla” Pérez de Albéniz:
“Todo se fue por los desagües, por los fregaderos, por los retretes, por el agujero de los coños apenas en flor y ya encallecidos de tanto frotar”. Rafael Chirbes habla de la crisis, de los posos del pelotazo, de los esqueletos de empresarios, constructores y políticos que ha dejado el tsunami. “Así pasó el tiempo que te fue concedido en la tierra, amigo promotor. Así lo pasé también yo. Ahora nos toca vivir la vida que llega después de la vida”.
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En la orilla, Rafael Chirbes