EL MUNDO en 2′, por Pedro J. Ramírez
En su video blog Pedro J. considera que el intento de prohibición de los toros en Cataluña es un intento más del nacionalismo catalán de seguir borrando señas consideradas de identidad españolas y para más INRI cuando ocupa la presidencia de la Generalitat un charnego de Córdoba apelativo que dice no haberle puesto él sino un compañero de tripartito, de ERC. Algo que no le extraña en una autonomía en la que se prohíbe hablar español en los colegios hasta en los recreos. También se extraña de que la protección al animal se centre en el cornúpeta y no en las horrorosas condiciones en las que se produce el hígado de oca o en las torturantes en que se ceban los pollos de granja: no han hablado los diputados de la prohibición de comer esos productos obtenidos de forma tan cruel. Hipocresía pura como en otros ámbitos.
A nosotros el llamado arte del toreo nos pasa rozando aunque alguna vez que otra se nos haya dado saborear o entrever lo mágico que pueda haber en la composición estética que forman el torero y el toro, la lucha entre ambos, los intentos del toro por cornear al diestro y las exquisiteces de este antes de asestar una certero aspadazo en el hoyo de las agujas, como hacía Ordóñez, o las veces que los Arcángeles ha bajado a la Maestranza para ver a Curro Romero con el capote. Somos más vulgares y hemos decidido distraernos con las habilidades del humano con la pelota, fútbol, tenis o baloncesto, donde no hay sangre y donde no tengo que soportar a los viscerales taurinos echando el hígado y el puro por la boca alabando o vituperando al torero de turno.
Es un acto de libertad, por tanto, ir a los toros o no, pero como aquí se está politizando el asunto vilmente, traemos unas cuantas opiniones de gente de diversa extracción a favor de la llamada Fiesta Nacional española a la que unos oportunistas quieren desterrar de tierras catalanas, donde está alojada La Monumental.
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