Hace ya tiempo, uno de los alicientes para entrar en El Mundo era leer leer el Descodificador de Pérez de Albéniz.Pero hete aquí que un día lo largaron con cajas destempladas: Pedro Jota no puso ni soportar ni tolerar la postura que adoptó ante el juicio del 11-M, diametralmente opuesta a su línea editorial, en el post ¿Nunca se convence a nadie?
Con toda elegancia se despidió así:
“El escritor inglés Aldous Huxley escribe en ‘Un mundo feliz’: “el mayor de los triunfos de la propaganda se ha conseguido, no haciendo algo, sino absteniéndose de hacerlo”. Es decir, ocultar en lugar de censurar. Confinar en lugar de mutilar. Menospreciar en lugar de silenciar. Hasta pronto.”
El siguiente post de Pérez de Albéniz, http://t.co/eS0ZxsO , “Cruzar la línea” nos parece un ajuste de cuentas sobre todo con Pedro Jota:
“Cuando escuché que un periódico cerraba debido a las manipulaciones y tropelías que había cometido, me estremecí como una novicia durante su primer coito. Y cuando supe que el director del diario había sido detenido, sentí una vertiginosa sacudida eléctrica a lo largo de la columna vertebral. ¿Los italianos, expertos en corrupciones y chanchullos, se habían cansado de la teoría de la conspiración? ¿Qué sería de mis antiguos compañeros y de mis queridos ex jefes? Un análisis más reposado de la noticia me hizo comprender que el desastre se había producido en Inglaterra, cuna del periodismo sensacionalista, y que los medios de comunicación españoles seguían libres de toda sospecha.
Dicen que el cierre de un periódico siempre es una mala noticia. No estoy seguro. Si el diario en cuestión miente, manipula y paga por las informaciones, puede que no, puede que se trate de una excelente noticia. Quizá el mundo es más limpio, más saludable y resulte más habitable sin periódicos como el dominical británico News Of The World. Dicha esta obviedad, conviene preguntarse por qué nos sorprende tanto lo sucedido en Londres. la deplorable e inaceptable actitud de un diario” que pertenece a un gran emporio mediático, en palabras del propietario del mismo? ¿Tal vez porque supone un nuevo golpe al periodismo, profesión que se tambalea? ¿O quizá por la impunidad de que goza el mal periodismo, ese “deplorable e inaceptable”, en nuestro propio país?
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