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Vaya por delante que este post es escrito sin animus jocandi o injuriandi, así que no vamos a hablar de la leyenda urbana que le atribuye un solo huevo - ¿quién fue el guapo que lo comprobó?-, además para no ponernos a la altura de la politica doña Aurora Cedenilla, de la DGT, una antítesis de la educación ursulina y su manía de citar partes del cuerpo escatológicas y escabrosas en sus felicitaciones navideñas, ni vamos a mencionar el pasado legionario del Comandantín ni la ferocidad con que aplicaba la disciplina a los infractores ni de la naturalidad con la que firmaba sentencias de muerte mientras desayunaba apaciblemente con doña Carmen y sus nietos ni de la mano férrea con que rigió nuestros destinos durante el tiempo en que la Providencia lo tuvo con nosotros y le dio una muerte en su cama aunque un poco humillada su naturaleza por el celo de los galenos de la época entre los que se encontraba el yernísimo. Dejemos el recuerdo de estos baldones al gremio de los titiriteros y a los de la ceja y demás gente rencorosa.
Sin saber cómo ha visto la luz el dato sí nos vamos a referir a la última nómina que cobró el Caudillo, alto tan prosaico pero que es negado al 20, 3 % de los españoles, algo que sin embargo no se le puede achacar –ya va a hacer 36 años que palmó-, aunque sí a Rato –FMI-, que no nos avisó de lo que se nos venía encima y a Zapatero por negarlo hasta que estuvimos-y seguimos estando- con el agua al cuello.
Así que hoy hemos sabido que su última paga o soldada
–él que fue un bizarro soldado-ascendía a unas 800.000 pesetas y un
funcionario unas 35.000. Algo que nos parece ni mucho ni poco pero desde
luego muchísimo menos, así, a ojímetro, que lo que hoy cobran las cospedales o pajines con mucha menos responsabilidad y sin haber ganado su puesto en el campo de batalla y sí en los navajeos partidistas.
Tag: historia
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