De esta manera tan gráfica describen en La Razón el mutismo absoluto de los acusados del asesinato de Marta del Castillo: se han negado a declarar y no desvelan dónde está el cuerpo de la desgraciada joven.
Seguramente estos indocumentados habrán sido muy bien asesorados por sus abogados en el sentido de que la no aparición del cuerpo les
puede favorecer pues el cadáver podría aportar pruebas sobre lo que
aconteció la noche del 24 de enero de 2008 como muestras biológicas,
causa de la muerte, violación, etc aunque también deben saber que la no
presencia del cuerpo no va a influir en el juicio que se va a basar por
el momento en las declaraciones de los inculpados en las cuatro
versiones que han dado del caso. Lo cierto es que este ha provocado
alarma social e incluso comentarios para todos los gustos en el sentido
que se considera inexplicable que el cuarteto haya sido capaz de burlar
las investigaciones de jueces y policías por otra parte tan fructíferas
cuando se trata de cualquier delito o de las actividades de las bandas
terroristas que están enclavadas en el territorio de su competencia,
bien el terrorismo islámico o etarra.
Y no pocos, en petit comité o en la barra de los
bares, lugar donde se pulsa a cada momento la actualidad y más en estos
tiempos en que el paro atroz congrega a tanta gente en el borde de la
misma, hablan de que estos cuatro desalmados ya hubieran cantado hace
tiempo la Traviata y cualquier ópera por muy difícil que fuera, amén
del paradero de Marta cuya vida le arrebataron tan alevosamente. Estos
pocos o muchos, al parecer, son desconocedores de que estamos en un
Estado de Derecho, exquisitamente democrático, que impide esas prácticas
tan bárbaras como aquellas que se daban en los cuarteles en los tiempos
en que reinaba el Dictadura y que conseguían que la vida de la gente de
orden y de bien transcurriera apaciblemente.
Tag: sociedad
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