Este es más o menos el anatema que lanza: “Quien apoye, vote o promueva esa ley -el proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo- está en pecado mortal público y no puede ser admitido a la sagrada comunión pues quitar la vida a un ser humano es contradictorio con la fe católica. Quien contribuya a ello está en la herejía y, por tanto, excomulgado”.
Existe el temor, entre un sector muy numeroso de la iglesia que no comparte la opinión del Secretario de la CEE, de que al ritmo actual se van a quedan sin comulgantes si finalmente pasa de las palabras intimidatorias a los hechos: entre los que votan al partido que propone esa modificación de la ley de interrupción del embarazo, los divorciados y los católicos no practicantes van a ser muchos los millones de fieles que dejen de toma la comunión.
Y les ofrecemos una serie de reacciones de todo tipo ante las manifestaciones del obispo:
Juan Manuel de Prada: “una sociedad que acepta el aborto es una sociedadfiambre; y los políticos que se creen investidos del poder para convertir un crimen en un derecho son sus sepultureros. A los sepultureros les jode sobremanera que un cura pronuncie palabras capaces de resucitar a un muerto; y enarbolan el azadón y la pala, dispuestos a descalabrarlo, por no dejarles desempeñar su oficio en paz, que es la paz de los muertos”
Trinidad Jiménez: “la Iglesia Católica es “mucho más” de lo que representa el secretario general de la Conferencia Episcopal Española.”
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