En ABC, el periódico antaño conservador y monárquico y que cada vez se va deslizando-eso me parece- y alineando con ese tipo de prensa derechizante, el componente de los jinetes del Apocalipsis, junto al inefable y transnochador Hermann Tertsch , Antonio Burgos le ha preparado su despedida a Zapaterobasando su argumentación en su poca o nula credibilidad:
“Si ha estado ocho años mintiéndonos, ¿cómo ahora, al humo de las velas, va a decir la verdad? Si ha dicho que se va, hará justo todo lo contrario, como siempre: se quedará. Y bien que lo siento, porque ya tenía enjauladas las palomas para soltarlas y comprados los mazos de cohetes para tirarlos”, algo que seguramente no haría cuando el Dictador pasó a mejor vida o el ardoroso Aznar cumplió su ciclo de 8 años.
Y desgrana su incredulidad dando rienda suelta a su imaginación de ilustre carnavalero donde lo llama “siniestro” y le da unpequeño repaso, de paso –disculpen la fácil aliteración- a sus góticas hijas, a lo que en su día le dio tanto juego sin que ni por asomo se le cayera a este filogatuno personaje la cara de vergüenza:
“Todo
el mundo se lo ha creído. Han tragado. Pero yo no me lo creo. Y no es
que sea incrédulo. Hasta creo en los dones del Espíritu Santo, que es
bastante más complicado que lo que pueda decir este personaje siniestro.
Porque les juro por lo más sagrado, aunque esto de jurar y de lo
sagrado sean políticamente incorrectísimos, que yo no me creo que este
tío vaya a coger a sus Sonsoles y a sus niñas góticas y se vaya a
largar, con lo encantado de haberse conocido que está”
“si se va será
la primera verdad que haya dicho en todo este tiempo que lo hemos
padecido como presidente del Gobierno, en el que ha dejado a España rota
y en ruinas, mucho peor que el de Mienmano pudiera imaginar nunca
cuando predijo que no la iba a conocer ni la madre que la parió”
Y suelta unas cuantas infamias –“ sobre esa sangre, volvió a ganar las elecciones porque usó el terrorismo con fines políticos sin inmutarse”- haciendo un recuento de muertos y utilizando además un lenguaje coloquial de lo más barriobajero y pueril: “¡Anda que no! ¡No ni ná!”
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