El
primero que ha ido por ellos directamente ha sido José Luis Rodríguez
Zapatero con su
famoso tijeretazo que por cierto comienza a
aplicarse desde hoy. Los funcionarios consultados informalmente tanto
en el bar como en los centros de trabajos a los que me he acercado
han recibido la noticia de una forma resignada y de ninguna manera van a
“secundar”-¿no es mejor decir “seguir”? – la huelga general que los sindicatos, como de costumbre en la picota,
les han preparado para el día 8 de los corrientes. Aparte del tanto por
ciento que les van a detraer no quieren que les quiten un día de sueldo
bruto que se iría directamente por los sumideros de la Moncloa.
En estos días de tribulación valoran más que nunca su seguridad en el empleo y tienen los oídos muy abiertos
ante las noticias que llegan por doquier: ahora mismo se dice que el
hotel de lujo Byblos, de Mijas, cierra y 135 empleados a la calle o que
el grupo vasco Eroski va a recortar la plantilla un 10 % ante las
pérdidas millonarias, etc.
Además de esta agresión económica, que
va desde el 0,85 % al 15 % para los más privilegiados, los funcionarios
las están recibiendo de otro tipo: agresiones a su moral y ninguneos
varios, además de los consabidos chistes acerca de su holgazanería traducida en baja
productividad, casi siempre motivados por la insana envidia que
provocan, algo de muy fácil solución: el funcionario suele serlo después
de superar unas pruebas
selectivas que
suelen ser muy duras y justas.
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