Hoy es el día D en que oficialmente el que ha veraneado se encuentra con el trabajo rutinario aunque dados los tiempos que corren es hoy el objeto de deseo de millones de compatriotas que a lo mejor ni han podido veranear poseídos por el síndrome del parado que en algunos casos viene acompañado de trastornos psicológicos y de otras enfermedades como hipertensión, asma, accidentes cardiovasculares y sobre todo por el síntoma peor: la falta de dinero regular.
Pero a pesar de eso los días despreocupados pasados en la playa, mayormente en el chiringuito,
no se borran de la mente del veraneante que necesita varios días para
aclimatarse a la situación e incluso hay un sector cada vez más
importante que en el nuevo curso se tiene que enfrentar a una decisión trascendental en su vida y que la va a cambiar para siempre: el divorcio. La convivencia con la pareja durante un mes y a todas horas en un apartamento de tamaño reducido ha hecho aflorar las tensiones, que estaban más o menos larvadas, hasta hacerlas insoportables. El veraneante se va a encontrar, pues, padeciendo dos síndromes, el post vacacional que dura sólo unos días y el del divorciado: este le va a durar toda la vida y, sobre todo los primeros años, se va enterar de lo que vale un peine, dicho en plan castizo.
Cogidos
de aquí y de allá he recopilado una serie de consejos para superar la
vuelta al trabajo que hay que hacer lo menos abrupta posible:
- Volver un par de días antes para ir desengrasando y desechando los malos hábitos de molicie adquiridos. La vida es algo más que cantidades ingentes de vino con casera, cerveza y espetos de sardina.
- Consecuencia de todo ello apuntarse al gimnasio más próximo para perder la innoble barriga cervecera que traemos de Benidorm
- Prometernos a nosotros mismos dejar de fumar el próximo 1 de octubre (Tiene que ser así: hoy ya estamos a uno y llevamos medio paquete)
Tag: sociedad
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