
“Y ellos, sólo son futbolistas,
unos jugadores
de fútbol”.
Seguramente estas palabras definen a un hombre sencillo
que ha llegado a la fama y a la consecución de éxitos deportivos por caminos
diferentes en los que siempre han estado presentes la mesura, la
humildad, el equilibrio, el buen hacer que lo diferencian de
otros astros que están justamente en el polo opuesto.
Nadie se imagina a Del Bosque
haciendo declaraciones altisonantes, provocando al
contrario, levantando el dedo índice amenazante hacia
el cielo o dirigiéndolo hacia algún sector de la grada, o dando panzazos
en el césped cuando su equipo ha hecho un gol o increpando a
los periodistas
y exhortándolos a “que se la chupen y que se la sigan chupando” Me
refiero, claro, a Mourinho y al que es Dios-por lo
pronto ya tiene una mano suya- para los argentinos y bastante
acostumbrado a pasarse de la raya, Diego Armando Maradona.
Nuestro Del Bosque, dentro de su humildad ya es
también seleccionador y entrenador de un equipo campeón del Mundo de fútbol, además de
varias ligas y
copas de Europa: algo insuficiente para el Madrid que lo echó a pesar
de su currículo: no tiene el glamour de un Mourinho que tendrá que
demostrar su valía en un breve espacio de tiempo. De lo contrario
pasaría a engrosar la ruinosa nómina que tiene que mantener el Madrid
con los entrenadores
cesados antes de tiempo.
Tag: deportes
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