
Pronto seremos convocados a las urnas y tendremos diferentes opciones, desde la abstención al voto en blanco pasando por elegir a cualquier candidato previo deposito de la papeleta. Todas son legítimas pero son inoperantes la abstención y el voto en blanco porque si pretenden ser un castigo o rechazo a los partidos que concurren al ser una protesta silenciosa no computan. Sólo los escrutados positivos son los que deciden los que nos van a gobernar aunque sean como fuerza en la oposición.
Como el 20-N está tan próximo supongo que cada cual estará tomando posiciones ante tan señalado día aunque, si nos atenemos a las encuestas, la cosa está meridianamente clara para un absoluta mayoría de españoles –del orden del 16 puntos de diferencia según el ultimo sondeo- y aunque muchos de esos votantes peperos se acerquen a la urnas con las narices tapadas, es lo que toca porque la situación es tan insostenible, tan desesperada, sobre todo por el paro que dobla al de nuestros aliados europeos, que muchos no dudarán en echarse en brazos de González Pons o de Cospedal aunque tal acción les ocasione una erupción dérmica como si les hubiera picado una medusa gigante. Pero hay que probar. Quién sabe.
Por eso no es mala idea acudir a algunas mentes privilegiadas y a su fecunda imaginación, caso del brillante escritor Javier Marías, para que no den su opinión sobre el tan importante momento de depositar el sacrosanto voto que tantos milenios de historia ha tardado en llegar.
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