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Ya está acabando febrero pero esto dura todo el año: nuestro buen humor o casi siempre la mala leche por querer ofender las convicciones morales o creencias de los otros, y todo a pesar de que nuestro país, al que Pablo Podemos ya no duda en llamar España -parece como si ya se viera tocando el pelo del poder-, tiene a un 39, 2 % de sus niños en riesgo de pobreza o exclusión o a las pensiones de sus jubilados apuntalando en buena medida al sistema.
La mayoría no le da la mayor importancia a estos hechos -casi siempre asco o indiferencia- “Madre nuestra que estás en el celo, sea santificado vuestro coño”, la lectura del irreverente poema Mare Nostra —una parodia del Padre Nuestro—a cargo de la poetisa que lo creó, Dolors Miquel, en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona en la ceremonia de la entrega de los Premios Ciutat de Barcelona el pasado lunes, aunque Carlos Herrera diga en la COPE: ¿Pero de qué pudridero ideológico sacan a estas tías? ¿De qué estercolero?” o el ministro Jorge Fernández Díaz: “Con los católicos se atreven a todo, pero seguro que su libertad no la ejercen igual mofándose del Islam o los musulmanes” Es cierto, solo les da por hacer burla de los cristianos -seguramente por la teoría de que deben ofrecer la otra mejilla- y no de otras creencias y confesiones muy dadas a utilizar con gran profusión la dinamita indiscriminadamente.
Lo mismo le ocurrió a Rita Maestre -la juzgan hoy y piden un año de cárcel por ello-, un peso pesado del ayuntamiento de Manuela Carmena. No estamos en contra de que enseñe su torso -con sostén o sin él- ni que nos grite sobre las bondades de las bolas chinas. Que la absuelvan ya que hasta el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, la ha disculpado : “Todos hemos tenido esa edad. No sé lo que habrán hecho otros, pero si se lo que he podido hacer yo”. Lo que vuelve a chocar es que lo hagan en lugares de culto cristiano y curiosamente sigan teniendo ese miedo tan revencial a las mezquitas...
Si reproduzco el vídeo del Cara al Sol escenificado en un pueblo de Santander es porque lo considero no una exaltación del fascismo sino una demostración de nuestro espíritu carnavalero.
