“Yo no quiero la vida más que para imitar lo más posible la de Cristo.”
“Veo al Señor cargado de los tesoros de su amor y necesitando almas vacías donde poder depositarlos”.
“Si le somos fieles, cada día aumenta la capacidad de amarle. ¡Qué felicidad!
Estas son algunas de las frases de la canonizada sor Maravillas.Desde luego si ella hubiera sabido la que se iba a armar en elCongreso, en el solar de su antigua morada, ya hubiera dejado dicho quese dejaran de placas, que ella está más bien por la concordia, y máscon un gobierno que quiere imponer el laicismo a ultranza.
No debemos sorprendernos de que lo religioso esté tan implantado enla vida española, o lejos de sorprendernos consideramos un hechonormal que el laicismo que se quiere meter con calzador en la sociedad española no deja de ser un intento: a golpe de leyes no se consigue desespiritualizar o desacralizar a una sociedadque lleva casi dos milenios viviendo la religión que tieneincrustada en su existencia. En todo caso el laicismo, la separación delo laico y lo sagrado es un aprendizaje que tardará aún varios años ydesde luego no con estas generaciones de políticosque a la menores de cambio sacan sus filias y sus fobias ante el hechoreligioso. Algo tan inocente como el poner la placa de una madrileñaque nació en el solar que ocupa el Congreso ha provocado esa tempestadentre las filas socialistas, de manera que Bono, que se confiesacatólico practicante ha tenido que dar marcha atrás, ha tenido queenvainarse su noble propósito.Y se han escuchado comentarios diversos.Así Alfonso Guerra en declaraciones en los pasillos del Congreso hadicho que la decisión inicial de colocar una placa en memoria de lareligiosa canonizada por Juan Pablo II era “disparatada, no teníasentido y sentaba un precedente horroroso”.
Con más humor Francisco Fernández Marugán ha bromeado con el furibundo rechazo que hagenerado entre sus compañeros la colocación de una placa en memoria deSanta Maravillas de Jesús: “Santa, santa, más bien parece que ha sidoel diablo”
Jorge Fernández Díaz, impulsor de la iniciativa, ha convenido en lanecesidad de revocar el acuerdo por “sentido común” y “prudencia”, y hainsistido en que su propuesta no tenía nada que ver con la laicidad delEstado porque su pretensión era “seguir con los usos y costumbres deMadrid de colocar placas evocando un hecho histórico”.
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