

Buscando no con mucho detenimiento nombres de hombres o de mujeresque llevasen el nombre de Campillos como una segunda piel, sustituyendoa los apellidos, llevándolo por el mundo y haciendo gala de él, noencontramos a ninguno salvo el de uno , además anónimo, del que no hayconstancia de su existencia, como es el sastre de Campillos, que noshubiera venido muy bien en estos años de crisis a los que, por ser ciudadanosde a pie, no tenemos la suerte de que nos regalen los trajes, porque“cosía de balde y ponía el hilo” y José Maldonado Luque, más conocidoen el universo del cante por Pepe de Campillos.
Hoy, y a modo de obsequio de alguien a quien me unen lazos desangre, he recibido un estuche con una serie de cedés, “Voces flamencasde Andalucía”, en que aparece nuestro paisano nada menos que, porrazones alfabéticas y de su arte, entre Camarón de la Isla y Antonio deCanillas: “Campillos, Pepe de. José Maldonado Luque.Campillos (Málaga),1949.Ha alternado las actuaciones en su tierra con giras por diversos paises europeos”. Después veremos que ha estado en más continentes.
Estamos ante un paisano que se ha abierto paso en el difícil mundodel cante donde ya se ha hecho un espacio y un nombre, por lo que,además de llevar el nombre del pueblo por bandera, por su arte, y por su calidad humana debe tener nuestro reconocimiento.
Como muchos campilleros hizo el viaje iniciático a Barcelona debidoa la crisis estructural que hemos padecido de toda la vida-la de ahoralo es menos porque “ayudas” las hay por doquier- donde duró un año yrecaló en Málaga, la cantaora, como no podía ser de otra manera.Llevando en la sangre el arte de Pepe el de Nicolás, de su familia, suolfato lo llevó a la Peña Juan Breva, donde oyó y aprendió delinconmensurable Diego el Perote, el mismo que a nosotros y a susnoventa años, nos ganó para la causa, escuchándole, que es más que oír,un par de malagueñas, de madrugada, en el patio de la Casa de la Culturade Málaga, cuando ya más que un hombre parecía un ángel, con el cabellototalmente blanco, acompañados por cierto por otro buen aficionado alcante, José Lozano, que en estos días se asemeja cada vez más a Diegoel Perote, por la edad, por el cabello albo, por las ganas de reunirsecon el otro Diego, su padre. Toda una vida recordando aquella noche enque Diego el Perote parecía un arcángel del cante porque poco tiempodespués se fue a reunir con ellos.
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Buscando no con mucho detenimiento nombres de hombres o de mujeresque llevasen el nombre de Campillos como una segunda piel, sustituyendoa los apellidos, llevándolo por el mundo y haciendo gala de él, noencontramos a ninguno salvo el de uno , además anónimo, del que no hayconstancia de su existencia, como es el sastre de Campillos, que noshubiera venido muy bien en estos años de crisis a los que, por ser ciudadanosde a pie, no tenemos la suerte de que nos regalen los trajes, porque“cosía de balde y ponía el hilo” y José Maldonado Luque, más conocidoen el universo del cante por Pepe de Campillos.
Hoy, y a modo de obsequio de alguien a quien me unen lazos desangre, he recibido un estuche con una serie de cedés, “Voces flamencasde Andalucía”, en que aparece nuestro paisano nada menos que, porrazones alfabéticas y de su arte, entre Camarón de la Isla y Antonio deCanillas: “Campillos, Pepe de. José Maldonado Luque.Campillos (Málaga),1949.Ha alternado las actuaciones en su tierra con giras por diversos paises europeos”. Después veremos que ha estado en más continentes.
Estamos ante un paisano que se ha abierto paso en el difícil mundodel cante donde ya se ha hecho un espacio y un nombre, por lo que,además de llevar el nombre del pueblo por bandera, por su arte, y por su calidad humana debe tener nuestro reconocimiento.
Como muchos campilleros hizo el viaje iniciático a Barcelona debidoa la crisis estructural que hemos padecido de toda la vida-la de ahoralo es menos porque “ayudas” las hay por doquier- donde duró un año yrecaló en Málaga, la cantaora, como no podía ser de otra manera.Llevando en la sangre el arte de Pepe el de Nicolás, de su familia, suolfato lo llevó a la Peña Juan Breva, donde oyó y aprendió delinconmensurable Diego el Perote, el mismo que a nosotros y a susnoventa años, nos ganó para la causa, escuchándole, que es más que oír,un par de malagueñas, de madrugada, en el patio de la Casa de la Culturade Málaga, cuando ya más que un hombre parecía un ángel, con el cabellototalmente blanco, acompañados por cierto por otro buen aficionado alcante, José Lozano, que en estos días se asemeja cada vez más a Diegoel Perote, por la edad, por el cabello albo, por las ganas de reunirsecon el otro Diego, su padre. Toda una vida recordando aquella noche enque Diego el Perote parecía un arcángel del cante porque poco tiempodespués se fue a reunir con ellos.
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