Opiniones de diverso cuño sobre la pitada de Mestalla

La verdad es que, con el paso de las horas, la pitada más grande quevieron jamás los estadios españoles, se va difuminando y adquiriendo elrelativismo de lo intrascendente, de lo trivial, de lo manipulado, y lacontemplamos como un desahogo de la masa que tiene muchos motivos paraestar cabreada y no hay nada más inocente que echar los bofes contra unente inaprensible como es un Himno, que por no tener no tiene ni letrapropia: las masas incontroladas solemos manifestar las propiasfrustraciones de una manera anónima contra los árbitros, contra lasbanderas e himnos, ya que de uno en uno somos incapaces tanto de mataruna mosca como de levantar la mirada y la palabra al jefe de turno o ala cónyuge cuando nos acollonan.
Así pues hoy vemos de distinta manera el horrísono
conciertode pitos, de puños arriba, de mensajes imposibles, y le cedemos lapalabra, para que “se señalen”, a otros, para que también se mojen o seles vea el plumero e incluso para que sean llamados “servilesespañolistas”.
Abre el fuego el manido Anasagasti, que al igualque nosotros resta importancia a los pitidos: “cuando se celebraba laCopa del Generalísimo, no podía pitar nadie”.”El Athletic ha recibidoen su tiempo la Copa del Rey Alfonso XIII; la Copa del presidente de laRepública en tiempo de la República; la Copa del Generalísimo, dondeahí no podía pitar nadie; y ahora la Copa del Rey, es decir ahora sepuede pitar y la gente pita”, “hay que darle la importancia que tiene,ninguna más lo importante es “el bu,en rollo” que hubo entre lasaficiones y “el buen rollo del vasco en Valencia”.
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