Me había prometido a mi mismo no exigirle ya nada a Nadal, el segundo mejor tenista de todos los tiempos, ex aequo con Pete Sampras con 14 gran Slam en su haber y 27 Masters 1000, el que más ha conseguido. Pero este nuevo curso creíamos que iba a remontar en la temporada de tierra después de haber perdido lastimosamente en el Open de Australia, precisamente ante Stanislas Wawrinka, su verdugo de ayer. Pero mi gozo en un pozo: le está ganando cualquiera y me temo, ojalá me equivoque, que en Roland Garros va a durar menos que un caramelo en la puesta de un colegio, como se decía antes, o ahora, menos que en salir un corrupto del partido político con fuerte implantación en Valencia y Madrid.
Y duele que a Nadal el único valor seguro que teníamos en España y su mejor deportista de todos los tiempos le pase eso. Y desde aquí pienso que todavía a sus 28 años la cosa puede tener solución: todos los grandes tenistas cambian continuamente de entrenadores o se buscan nuevos asesores para mejorar. Y Nadal necesita imperiosamente mejorar su servicio o mejor dicho su casi inexistente servicio porque un buen saque le puede sacar de apuros en los momentos claves, y darle puntos fáciles. En el tie-break del primer set de ayer, con 3 bolas de set y dos saques a favor para ganarlo no fue capaz de sentenciar. No porque su mente le fallase, sino que su saque no es determinante y lo resta hasta el tenista más inexperto, y cuanto más el poderoso Wawvrinka, aun pasado de peso, lo que obliga a Rafa a jugar para ganar el punto, con el riesgo que ello supone.
Rafa, sobre todo en el último año, tiene el peor saque no sólo del top 10, sino del top 100. En el segundo set del Open de Italia, en el séptimo juego, tuvo 6 bolas de break y no convirtió ninguna porque Wawrinka dispone de un saque de que le sirve en momentos claves y Rafa, no.
Es desconcertante que tanto él como su tío, gente inteligente, no hayan solucionado el problema contratando a especialistas, que los hay. Con un saque digno de él, Rafa habría ahorrado tiempo en las pistas, energía y lesiones en definitiva, y habría ganado 20 grandes. Si Federer y Djokovic casi nunca están lesionados es porque no pasan tanto tiempo en la pista.
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