
Tanto Mas como Urkullu han representado el papel que se espera de ellos, es decir, una deslealtad absoluta hacia las instituciones del Estado, del que el monarca ostenta la jefatura, aunque de la manera más burda posible, lo que no quiere decir que estos representantes del Estado en esos territorios no duden en servirse del mismo para combatirlo. Y esa ignorancia del discurso institucional del Rey la han escenificado a través de dos bufonadas: el vasco desconectando la señal dela ETB–un símbolo de la ansiada desconexión con el resto de España- y el catalán afirmando : «No lo escuché. Tenía trabajo».
Les ofrezco un extracto de la opinión de Santiago González en El Mundo, 261212. Vía Fundación para la Libertad:
(…) La réplica más vistosa este año al discurso real era el de Artur Mas por la mañana, durante su toma de posesión. Hubo en lenguaje no verbal abucheos a Montoro, sentado en la fila de los niños, veladura de la foto del Rey con lienzo oscuro, como se hace en las iglesias con los santos en Semana Santa; ¿qué es el nacionalismo, después de todo, sino un eterno Viernes Santo? Luego está el lenguaje verbal. Mas no distingue las metáforas náuticas de las ferroviarias, por eso confunde el rumbo de colisión con el choque de trenes. La confusión de los contextos en metáforas moribundas lleva a vistosos disparates, como el suyo o el que profería la hermosa y descerebrada María en La hoguera de las vanidades: «¡Ojalá te cuelguen en la silla eléctrica!».
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