No es muy edificante que las dos hechos más resaltados por todos losdiarios digitales sean, para algunos la mayor bronca que se ha visto enla Fiesta Nacional, el que el presidente del Gobierno, José LuisRodríguez Zapatero, haya escuchado abucheos, silbidos y gritos como“Zapatero, dimisión” o “fuera, fuera” a su llegada al desfile militaren Madridcon motivo del Día de la Fiesta Nacional, que se han repetido antes deltradicional Homenaje a los Caídos , cuando ya los Reyes estabanpresentes, algo ya visto en otras ocasiones, ahora con más fuerza,silbidos y abucheos de los que también ha participado María TeresaFernández de la Vega, que llegó al desfile antes que Zapatero. Silbidosy abucheos que procedían de las dos gradas de público situadas en lasinmediaciones de las tribunas de autoridades e invitados, gradas quetendremos que considerar como el tendido 7 de las Ventas, donde sereúnen los más exigentes y puristas del mundo del toro, en este casodel mundo de la política.Nos falta saber si son los mismos los que ocupaban esas dos gradas entiempos de Aznar y si a él también le amargaban el Desfile echándole encara sus desaciertos o la marcha de la Nación. Una curiosidad que bienpodrían resolvernos los equipos de investigación de algunas cadenasenviando en los años sucesivos a sus intrépidos reporteros.
El otro hecho resaltable es la presencia, por primera vez endemocracia en el Desfile de la Fuerzas Armadas, de Rodolfo Ares, enrepresentación del Gabinete de Patxi López y de la presidenta delParlamento vasco, Arantza Quiroga, algo que, como era previsible, ya hasido criticado por algunas fuerzas, aunque minoritarias, del País Vasco.
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