Las cosas por su nombre: La guerra de Afganistan
Vivimos unos tiempos en que se juega con las palabras, en que sedesvirtúa su significado, en que se engaña, en definitiva, a la gente.Aquel dicho castellano de llamar al pan, pan y al vino,vino , es hoy una utopia que no se la salta ni Tomás Moro o un gitanocon alpargatas nuevas. Pero lo perverso del asunto es que el pueblollano, aún sin tener profundos conocimientos ni de Semántica ni deLexicología, lo percibe o , como mínimo, lo barrunta y no quiere que sela den con queso: con lo que hacen los políticos después de las promesas electorales tiene suficiente.
Pongamos dos ejemplos. Uno a escala nacional: el del PresidenteZapatero, que hasta que la inflación y la subida del euríbor no le hansalido por las orejas, no ha dicho la palabra maldita:”crisis”, y esosin conocer que nuestra gallina de los huevos de oro o turismo estádescendiendo este año un 8 por ciento, que ya es bajar.
El otro ejemplo, aunque a escala global, es el de aquello que empezóen 2001, en Afganistán, denominada por el mando estadounidense “Operación Libertad Duradera”,antes llamada pretenciosamente “OperaciónJusticia Infinita”, nombre que fue rechazado y modificado por insinuarmotivaciones religiosas y mesiánicas, hasta el día de hoy en que nodejan de llegar noticiassombrías. Desde entonces, y hasta el Año de Gracia de 2008, enAfganistán la violencia no ha cesado. Varios botones como muestra delas últimas horas:
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