Este año, el anterior y los siguientes parece que a los españoles nos las van a dar todas en el mismo sitio, dicho así en plan castizo, en el aspecto económico haciendo, desde luego, la salvedad de que la crisis no va a afectar a todos por igual. Es como aquello que se decía de que todos somos iguales ante la ley: sí, así lo dice la Constitución, pero unos somos o son más iguales que otros. Si un español de medio pelo delinque dará indefectiblemente con sus huesos en la cárcel: ni podrá pagar buenos abogados ni la fianza correspondiente. Díganme si eso es lo que le ocurre a los delincuentes de cuello blanco o que tengan conexiones en las altas esferas del país o a la nueva clase de chorizos que se ha forrado con el ladrillo llevándonos a una situación imposible y que ha producido un efecto dominó en el resto de la actividad económica de la que la construcción es su locomotora. ¿Conocen a algún multimillonario que esté “preso”?
Tampoco son iguales los pensionistas que cobren alrededor de 2000 euros y los que están en los 500. Y podíamos seguir poniendo ejemplos de los que el del paro es el más lacerante ahora que se cuentan por millones y yendo ese número vertiginosamente hacia arriba.
En éstas viene el hombre impasible, Solbes, que de pronto-al igual que su jefe- se ha despojado del pasotismo y optimismo viscerales en que estaba instalado y ayer mismo comenzó a meternos “las cabras en corral” con unos datos escalofriantes que auguran un negro futuro inmediato sobre todo para los más sufridores: una caída del PIB español del -2,1% este año -medio punto más de lo señalado el viernes-, que el déficit se eleve al +6% -frente al anuncio del 5,8%- y que la deuda bruta alcance el +47%. Una previsión funesta, que no deja dudas de la extraordinaria gravedad de nuestra economía. Y lo peor es que Solbes ya ni disimula su resignación e impotencia.
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