Los que ante la sangre somos algo timoratos o bastante cobardes o muypusilánimes no acertamos a explicarnos ciertas actividades humanas voluntarias –lo de la guerra es otra cosa- en que se pone en peligro la propia vida, como escalar paredes verticales de hielo, con lo inconsistente que es este material que, si se derrite o fragmenta, hace que el escalador se precipite en caída libre mil metros en algunos casos, arrastrando a los compañeros, o como ponerse delante de un toro que en defensa propia quiere matar al que lo quiere matar a él y usa sus cuernos como puñales llevándose por delante todo lo que encuentra a su paso, en el caso de José Tomás, todo el paquete vascular e imagino que nervioso de un muslo, del que mana toda la sangre del cuerpo a borbotones ya que le han hecho una transfusión de 8 litros. José Tomás, una vez más, riega con su sangre la arena de las diversas plazas por donde pasa. Se da la coincidencia de que ya sufrió otra gravísima cogida en 1996 en la plaza de Autlán de la Grana, en el Estado de Jalisco, en la que también perdió mucha sangre y necesitó varias transfusiones.
Lo grave de todo esto es que es el torero más deseado en todas las plazas, el que mejor se cotiza pecuniariamente, lo que hace pensar que el público está ávido de sangre. El panem et circenses de siempre aunque su vecino el galapagarense Victorino Martín no sea muy partidario de un toreo que lleva el riesgo hasta extremos suicidas: dice que el toreo no es eso.
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