Pocos conocen tan bien Barcelona como Juan Marsé, donde sitúa sus obras, y más en concreto el barrio del Guinardó, donde pasó su infancia, que coincidió con la posguerra, lo que ha influenciado el modo de escribir del autor a lo largo de toda su vida. Marsé analiza la degradación moral y social de la posguerra, las diferencias de clase, la memoria de los vencidos, los enfrentamientos entre trabajadores y burgueses universitarios y la infancia perdida, casi siempre apelando a las técnicas del realismo social, pero experimentando a veces con otros mecanismos narrativos más vanguardistas, siempre con varios grados de ironía.
Los que lo conocen bien saben de su tendencia a escandalizar, a epatar. Fíjense lo que dijo en una rueda de prensa tras recibir el premio Cervantes:
” el galardón me hace mucha ilusión, me voy a gastar los 125.000 euros del premio en “mujeres y vino“
algo ilusorio teniendo en cuenta su edad y precaria salud (venía de consultar con eldoctor)
A sus 81 años conserva intactas sus cualidades como escritor. Ha presentado como aperitivo de su próxima novela Noticias felices en aviones de papel (Lumen), y le gustaría escribir Sentiments i centimets, pero “la rabiosa actualidad le estorba”
Asimismo no está de más recordar si ideario político:
Sobre la transición dice que “se hizo mal, pero probablemente era un mal necesario. Se pactó no pedirle cuentas a la derecha heredera del franquismo por su criminal actuación durante 40 años, y, decisión atinada o no, lo cierto es que la convivencia democrática del país se resiente de ello todavía hoy. La quiebra moral es evidente. Analizar esa quiebra nos llevaría horas, y yo estoy de nuestros políticos y su ineficiencia y burricie hasta el gorro. La única verdad es que, a día de hoy, España todavía no se ha enfrentado a los crímenes de Franco por temor a la derecha, con el PP y la Iglesia católica a la cabeza.”
Afirma que Garzón le cae bien: “Este juez es el forúnculo justiciero que le ha salido a una desvergonzada judicatura, panda de montoneros, gandules y meapilas. Al parecer, la instrucción del sumario no se ajusta a derecho, pero yo celebro el valor simbólico que pueda tener para los familiares de las víctimas de la dictadura. ¡Qué menos, después de tantos años de ignominia y humillaciones! Me cae bien este juez, con sus lanzadas al fantasma corrupto del caudillo”
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Los nacionalismos son para él -incluido el español – “un enigma sandunguero, una manía identitaria, un romanticismo badulaque, un sarpullido folclórico, un rebuzno en estadios de fútbol, una carroña sentimental que ni los cuervos más famélicos se comerían y primo hermano del patriotismo. ¡Pero hay que ver cuán apreciada es esta bazofia en los pesebres del pueblo!”
Y ayer mismo afirmaba:
“No tengo razones para pensar que en una Cataluña independiente los gobernantes serán menos corruptos”
“Me da igual ser catalán que español, porque me van a joder igual unos y otros”
” Yo no soy nacionalista, en primer lugar porque no comparto la emoción identitaria y sentimental de tantas personas que lo son por el hecho de haber nacido aquí o allá, y en segundo lugar porque no tengo razones para pensar que en una Cataluña independiente los gobernantes, a juzgar por los que ahora tenemos, los que nos proponen el cambio, serán menos corruptos, menos ineptos y menos estúpidos que los de España, es decir, sé que me van a joder tanto unos como otros, porque esto es lo que hay”.
“No me fío de esa gente. Así que de momento me da igual ser catalán que español, ninguna de las dos cosas me entusiasma”.
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