

Podríamos considerar como tal aquella que aprueba con pocas fisuras la política del gobierno vigente, algunos con un tratamiento esquizofrénico de sus decisiones, cambiante de un día para otro, caso de El Mundo, y otros más firmes en sus apoyos, como ABC y La Razón ( La Gaceta, que aparece también en la foto, es porque venía en el lote. Su única ideología es ser antisocialista, o quizá solo franquista).Unas decisiones del gobierno, que, por otra parte, merecen curiosas descripciones de otros periodistas o escritores, como Fernando Barea, que ve al Gobierno “como Alicia en el País de las Maravillas, siguen al conejo blanco que corre permanentemente sin saber hacia dónde va y hacia adónde les lleva”, o como Juan José Millás :”Corren de un lado a otro colocando parches al tuntún, como un grupo de pollos sin cabeza”
He aquí unas muestras de dicha prensa, como ABC editorializando sobre los recortes en educación:
“Wert plantea medidas sensatas que deben aplicarse con rigor y sin demora. Al igual que ocurre con el copago farmacéutico, el Ejecutivo debe hacer un esfuerzo en materia de comunicación, para explicar a la opinión pública los criterios que justifican esta racionalización del gasto educativo”
Y La Razón:
“El ministro Wert se reunió ayer con los consejeros autonómicos para plantear, entre otros reajustes, una subida de las tasas universitarias de hasta un 50% en ciertos casos. Aunque el aumento pueda parecer elevado, debe tenerse en cuenta que el alumno suele pagar el 15% del coste. Educación tiene que hacer frente a dos grandes desafíos: encajar un ahorro de 3.000 millones y elevar la calidad educativa. Una ecuación muy difícil, pero no imposible. Y muy necesaria”
Por otra parte a El Mundo le parece bastante coherente el subidón de las matrículas universitarias. Y alienta todos los recortes José Mª Carrascal:
“Hay margen de recorte incluso en esos capítulos que la izquierda ha declarado vacas sagradas”? “Ya de un modo general, hay que decir que, si queremos salir del pozo en que nos encontramos, los españoles tenemos que aprender a vivir como los alemanes y no digo ya como los norteamericanos, porque si se lo digo se asustarían, ya que tendrían muchas menos vacaciones, ningún ‘puente’, más intensidad de trabajo, menos seguridad laboral, menos cobertura médica y, en general, una jornada mucho más dura que nosotros. Desde luego, nada de irse a tomar ‘el cafetito de media mañana’ o de quedarse en casa ‘por no sentirse bien”
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