Y esto lo decimos porque están dando los primeros resultados de la audiencia de la televisión: cuando se estaban lanzando los penaltis el share llegó hasta el 77 % de los que contemplaban la caja tonta. O sea, que en un momento dado más de quince millones de contribuyentes contemplaban el magno espectáculo que se escenificaba en la cálida y romántica noche vienesa: sobre el terreno nuestros gladiadores que anoche actuaron algo encogidos ante el muro que representaban 84 años de humillaciones en los terrenos de juego, no siempre en buena lid, como pueden atestiguar las fosas nasales del jugador de garra y clase que fue Luís Enrique.
Pero nada que objetar sobre todo teniendo en cuenta que en 1934, il duce estaba por allí. Aunque en esta ocasión y en esta victoria parcial-sólo son cuartos- haya estado el romano de nacimiento y actual monarca nuestro, don Juan Carlos I de Borbón y de las Dos Sicilias,(Nápoles y Sicilia). Afortunadamente no anduvo por allí el polifacético y millonario Berlusconi ni un amigo suyo que recientemente se ha quitado el bigote, metido de lleno en la jet-set y que estuvo en la boda de Claudio Viatore, y que desembarcó en Valencia hace dos días para dar un discurso que algunos consideran de lo más rencoroso y retrógrado que se ha oído últimamente., y además en el avión privado de un rico guatemalteco, estas son buenas compañías, acuérdense de las críticas que sufrió Sarkozy por haber utilizado el avión de un amigo potentado, aunque no sean válidas la comparaciones pues uno gobierna y otro aspira a mangonear de alguna manera en los que algún día aspiran a gobernar, lo que no lo tiene tan difícil si Rajoy tiene éxito con la nueva vía emprendida y los otros siguen con personajes como Blanco.
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