Al décimo día, el cuerpo de Marta sigue sin aparecer
Disculpen que practiquemos una vez más el feísmo trayendo de nuevolas imágenes del vertedero de Monte Marta Cónica, de Alcalá, con sugigantesca excavadora revolviendo los detritus de Sevilla,con sus miles de gaviotas revoloteando, esas aves carroñeras que se hancivilizado, cambiando sus hábitos, dejando los ambientes marinos, lalimpia y salada claridad de las orillas del mar, para viajar alinterior en busca de su alimento que ya escasea, aunque tengan quehacerlo en los inmensos basureros que la sociedad de consumo necesita para deshacerse de sus residuos , y donde alparecer no están los restos de la pobre Marta, que tuvo el infortuniode acudir aquella tarde a la casade un antiguo amigo que a su vez tuvo la desgracia aquella misma tarde,nadie lo sabía, ni él mismo, de convertirse, desde el joven extraño yerrante en sus principios-como los numerosos que conocemos -que era, enun auténtico asesino, no sabemos las circunstancias, si por algoazaroso, porque que se le fueran las manos fortuitamente, o por haberlopremeditado: nos inclinamos por lo primero.
Después en vez de afrontar la realidad de los hechos entró en unadinámicas de mentiras , de falsedades, que o bien están agravando susituación penal o están consiguiendo que no aparezca el cuerpo, con loque la justicia tendrá más dudas a la hora de condenarlo.
Después de diez día de búsqueda esta segunda versión de que elcuerpo fuese arrojado al contenedor se va desinflando porque el cuerposigue sin aparecer, y porque la tirada previa al contenedor no pareeser cierta ya que no se han encontrado restos de sangre, ni en elcontenedor, ni en la navaja con la que dicen que la amenazaron: a noser que la hubiesen arrojado a otro contenedor de de basuras, porquehay que ser imbécil, para arrojar a Marta al que está enfrente de casa, y hasta ahora están demostrando que son cualquier cosa menos eso: todo lo contrario.
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