
Según el CIS una de las mayores preocupaciones de los españoles de hoy, la tercera , es la clase política de lo que, sin duda, el único responsable es el pueblo que los vota: al parecer, y perdonen la expresión, a veces se vota con el culo, se vota a las ideologías sin tener en cuenta la moralidad de los individuos, como se ha demostrado en las últimas elecciones en que las listas de determinadas comunidades autónomas o municipios iban cargadas decolesterol del malo, de grasientos chorizos.
Está pues muy desprestigiado el oficio de político, un viejo oficio en que es “más fácil vivir del crédito de las palabras que de dar crédito a las palabras;en el que se aprende primero de quién no fiarse y después de quién fiarse, hasta llegar, a menudo, a no fiarse ni de sí mismo; en el que se prefiere más la complicidad que la adhesión; en el que- frecuentemente, para ser primero, hay que ser el último en hablar, un oficio que invoca la igualdad democrática, incurriendo en toda clase de iniquidades e injusticias, en que los vicios se vuelven costumbres, la docilidad en acatamiento y la ideología en retórica facilona”, entrecomillado sacado de “ El desprestigio de la política” de José Luis G. Quirós
Por todo ello es mucho más rentable y envidiable para el individuo que vive o se dedica a la política el dejar atrás todo ese calvario que exige tener un estómago y un hígado a prueba de bomba, unas tragaderas y un cinismo tremendos, el pasar a la condición de expolitico.
Fíjense cómo le va a los más conocidos según se desprende de la recopilación hecha por Ignacio Escolar en España y los expolíticos, casi todos con unos sueldos astronómicos que se suman a los obtenidos por otros conceptos y sin que se sepa hayan renunciado: ahí tiene a las pajines y cospedales
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