
“El presunto politólogo, en rigor perito en borceguíes, que ha apelado a la opinión pública y fingido escándalopor los casi 100 millones de euros pagados legalmente por Bale es ni más ni menos que el “Tata” Martino, nombrado entrenador azulgrana por la familia Messi y que ha roto una de las viejas costumbres del Barça, la de tirar la piedra y esconder la mano.
Viendo al mediocentro obtuso en plan hegeliano, Martino el Tata, popularmente conocido como “la tata de Messi” por la casa en que sirve, se nos ha puesto vaticanoperonista, eticofáustico y presupuestólogo y va y dice que pagar la millonada que el Madrid, regio club con superávit, abonará por Gareth Bale es “un desprecio al mundo actual”.
Lo que más me gusta de esta salida grotesca de la Tata de Messi es que rompe una recia tradición de doblez e hipocresía que era de rigor entre los entrenadores azulgranas, al menos antes de ser señerillos. Con Guardiola, la pomposa palabrería menottiana alcanzó cotas nepalíes. Nadie como él, pero antes que él casi todos, para exhibir una humildad quejumbrosa, falsa como sus agravios, achacados al Madrid, a Franco, a España o a Isabel la Católica, a la que ahora combaten ataviados con la enseña aragonesa y española de Fernando. No siempre fue así el Barça. No siempre dio tanto asco su prosodia tribal. Ser un hipocritón de tomo y lomo no era necesario para prosperar en aquel club de Cruyff y Rexach del que se decía: “Més que un club, un puticlub”. Pero eran aquellos tiempos aún muy españoles, cuando dicen que Charly, o sea, Rexach se encontraba con la murciana Bárbara Rey en el Hotel Corona de Aragón de Zaragoza. Hoy el Barça es “Més que un club, un patrioclub”. Y todo vale para el convento, hasta lo que del claustro barra Fray Escoba.
continúa en...