Caso Marta: Las Ordalías o Juicios de Dios medievales no están vigentes

Algunos lectores del blog se dejan llevar por el apasionamiento queles produce el caso de Marta y asisten incrédulos a la evolución de losacontecimientos, al cambio de versiones, a la angustia de los padresque siguen como al principio, sin saber nada de dónde pueda estar elcuerpo de Marta, sufrimiento acrecentado además por los detalles decómo fue asesinada y las vejaciones previas que les infringieron, loque trascendió a la prensa con todo lujo de detalles.
Algunos lectores apasionados e irreflexivos parecen ignorar que enEspaña estamos en un Estado de Derecho, que en muchas ocasiones protegecuasi de una manera enfermiza al criminal, de manera que a losprofesionales de la justicia y a algunos otros dotados de un espírituexquisitamente democrático, sobre todo cuando se trata de enjuiciar eldolor ajeno, si se tratara del propio ya hablaríamos, se les llena laboca de agua para decir que “la Constitución que disfrutamos les daderecho a estos asesinos confesos a mentir todas las veces que leplazca, no faltaba más”. Bueno, ya van tres declaraciones mendaces:podrán llegar a un número indeterminado de ellas, para eso nuestroEstado dispone de tantos medios para registrar todas y cada una de lasbolsas de basura del vertedero de Montemarta Cónica, en el término deAlcalá de los Panaderos. Después Dios y los chorizos dirán.
Mientras tanto debemos seguir por las apacibles sendas de lademocracia, con la bendición de Amnistía Internacional, para que no nospase como con los presos de la banda terrorista vasca en que todos losdetenidos, sin excepción, dicen que son torturados y son creídos, demásde por los admiradores de los valientes gudaris descerrajadores detiros en la zona occipital, por otros a los que se les cae la babademocrática.
Alguno habrá que vea en este post cierto contenido irónico, cuandolo que pretendemos es ponerles en guardia sobre los intentos quemanifiestan algunos lectores de volver a las ordalías o juicios de Diospara averiguar la verdad que nuestras toscas mentes son incapaces dealcanzar.
Más de uno, al parecer, aplicaría encantado a Miguel Carcaño ycolaboradores esas prácticas medievales bárbaras mediante las cuales sedictaminaba si el acusado de incumplir alguna ley o de pecar erainocente o no: los obligaban a sostener una barra de hierro candente ometer y mantener las manos en una hoguera. En ocasiones se obligaba alacusado a permanecer cierto tiempo debajo del agua. Todos aquellos quesobrevivían o no resultaban demasiado dañados, era por la intervenciónde Dios, y entonces eran puestos de nuevo en libertad y no recibíancastigo alguno.
Tag: sociedadComparte este artículo
Continúa leyendo...