Nos imaginamos a Bolt, primer bicampeón olímpico de 100 y 200 metros (Pekín y Londres), actuando en un estadio español en el que se citen hinchas catalanes o vascos, y si coinciden, mucho peor, en un acontecimiento deportivo en el que tenga que sonar el himno español. Supongo que este caballeroso deportista, el mejor de todos lo tiempos, se llevaría un gran disgusto, y quedaría sumido al mismo tiempo en una gran perplejidad por tal acción, máxime cuando en este caso hipotético, se trataría del himno propio, del símbolo del Estado.
Bolt es jamaicano, por lo que el himno de EEUU le queda lejos, pero al parecer a este insigne deportista lo habrán imbuido de unos valores, uno de ellos profesar un mínimo respeto a aquello que para muchos es algo sagrado, valores que, sería estupendo, que las distintas consejerías de las micronaciones en que ha quedado fragmentado el Estado español deberían haber enseñado en la respectivas escolas o ikastolas a esacanalla que en forma de furiosos hooligans se desperdiga puntualmente por los estadios españoles. Se da además el caso, en ocasiones, de que si algún entusiasta de los propios éxitos deportivos es “sorprendido” cantando o exhibiendo los símbolos nacionales, puede ser amenazado de recibir uno o varios disparos por tamaña acción.
El hecho ocurrió hace unos días pero nos tememos que va a estar de actualidad mucho tiempo. Así lo describió EQM:
“Usain Bolt, poco después de batir el record olímpico en los 100 metros lisos, era entrevistado por Izaskun Ruiz, reportera de proximidad de TVE, canal que está retransmitiendo brillantemente los JJOO . El jamaicano, de repente, oye el himno de Estados Unidos con motivo de la ceremonia oficial que en esos momento se está realizando para entregar a Sanya Richards su medalla de oro, por haber ganado la carrera de los 400 metros lisos.
