
¿Saben qué comentarios ha merecido la captura y posterior rápida muertedel cósmico terrorista Bin Laden, las reflexiones que, al dictado deMontesquieu, han salido de su evolucionado y aristocrático cerebro? Se las podemos resumir a sus múltiples seguidores de La Razón y compradores de sus libros, entre los que destacan para la posteridad - ya estarán en el Olimpo de las Letras- Fustazos y caricias, Golfos, gafes y gorrones, Manual del ecologista coñaz, Coñones del reino de España, Carpe Diem. Confesiones de un pollo de barra, El secuestro de Mamá y otros relatos del marqués de Sotoancho, Las canicas, las cuquis y el novio tontito de Mamá, se la podemos resumir digo, en esta frase inmarcesible:
Bin Laden: “Entre crimen y crimen se la meneaba”.
Y glosa la siguiente frase, que se puede parangonar con las más osadas deCervantes, Quevedo y Cela, de la siguiente manera:
“El difunto Ben Laden, que en paz no descanse, además de un asesino de masas era un guarrete del autogozo. En su refugio pakistaní se encontró una buena colección de material pornográfico (…) Los mitos se derrumban por los pequeños detalles. Aquellos –que los hay–, que veían en Ben Laden un justiciero contra el mundo occidental y la civilización cristiana, se habrán llevado una decepción de órdago”. “Suena muy duro, pero entre crimen y crimen, [Ben Laden] se la meneaba”. “Ésa es la conclusión agradable de este comentario. Ya no se la menea”.
Otro compañero suyo Fernando Sánchez-Dragó, también celebrado corneta, no se conduce tan guarrete- aunque quizá lo sea más al no tener los remilgos del aristócrata-
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