
Ya está Beatriz cosechando los primeros fracasos después de su fulgurante éxito. Sic transit gloria mundi. Y eso ha sucedido solo unos días después del minuto de gloria que alcanzó en Cascaes cuando cargó contra toda la plana mayor del socialismo europeo a la que echó en cara su amor por el lujo hotelero de 5 estrellas.
Después de aquello Beatriz se convirtió en el personaje más mediático de la semana al que se han rifado radios y televisiones, en donde también ha protagonizado momentos pintorescos, como cuando en el programa de A.R le dijo a su exmarido Alfonso Rojo que iba a tragarse sus palabras cuando este la quiso tratar como una mindundi, como una advenidiza más…
Pero el error que ha cometido Beatriz ha sido no dosificar su éxito, no retirarse inteligentemente hasta asestar un nuevo golpe mediático, como el de Cascais y así proseguir su ascenso a la fama, porque es innegable que la chica tiene un ego como una catedral. Pero lo ha querido hacer con más rapidez , de manera que ya estamos ante el conocido efecto boomerang: ayer probó a base de abucheos la misma medicina que ella aplicó a los dirigentes de su partido, porque a quién se le ocurre ir a una manifestación contra los desahucios acompañada del exministro López Aguilar que no deja de ser uno de los responsables políticos de la desprotección de las familias frente a los bancos: abuchean y zarandean a López Aguilar y a Beatriz Talegón en Madrid.
Pero no son solo los desahuciados los que echan a patadas a Talegón y evitan que haga su show, son muchos los que la atacan, como La Gaceta:
“La rebelde socialista no pasa la prueba del nueve para los afectados por los desahucios. Beatriz Talegón, secretaria general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, está aprendiendo amargamente la lección.Es joven, y no sabe todavía que la demagogia sólo vale para el otro lado, y que perro no come perro. Sobre todo, y puesto en lo peor, que una cosa es poner como no digan dueñas a la plana mayor del socialismo internacional -un paso en falso, sin duda- y otra cabrear a Jordi González, lo que ya no tiene un pase.
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