
El dolor que sufre Antonio del Castillo y el resto de su familia esseguramente compartido por toda la sociedad que contempla atribuladacómo una pandilla de jóvenes, que pertenecen a la recién inventada porla Sexta generación NINI, se está saliendo con la suya, han puesto derodillas al Estado de derecho negándose a decir dónde está el cuerpo deMarta después de haberla violado y asesinado, como dicen en una de susversiones estos fríos y calculadores jóvenes, versión mucho máshorrenda para los padres que si la muerte hubiera acaecido por el golpede un cenicero.
Lo cierto es que ha pasado un año, el cuerpo no ha aparecido y elprincipal imputado, el único que permanece en la cárcel, irá a juiciosin haber dicho la verdad y con el convencimiento de que al no existirel cuerpo del delito las penas serán menores, como muy bien le habráncorroborado sus defensores.
Mientras tanto Antonio del Castillo, sometido al brutal estrés de lasituación y a la impotencia compartida por todo el mundo de que laJusticia con las actuales leyes está algo maniatada, optó desde elprincipio no por el doloroso silencio sino por una activa participaciónpara intentar cambiar las cosas adobada de manifestaciones que entrande lleno en el terreno político partidista e incluso de lo pintoresco,como por ejemplo decir que “Rajoy tiene lo que hay que tener parallevar el caso al Congreso” con lo que sibilinamente o subrepticiamenteestá poniendo en duda la capacidad testicular de ZP, algo que no sedebe poner en duda: tiene dos hermosas hijas como tuvimos ocasión dever en la foto de la Casa Blanca y de la que sacaron tanto jugo sesudoscolumnistas de la caverna, a la que se unió de una manera desvergonzadaaquel que salió en defensa de Violeta Santander, Jesús Neira.
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