

El día de su segunda muerte el país sensibilizado con
las letras y la inmensa legión de sus lectores se sienten conmovidos.
La primera acaeció el 21 de mayo de 1998 en la mesa de operaciones de la
clínica La Luz, en cuyo quirófano “ entró un hombre inteligente y salió
un lerdo, terminé como siempre había imaginado: incapaz de abatir una
perdiz roja ni de escribir una cuartilla con profesionalidad”.
En el día de su segunda muerte se debería tributar al
autor de El Hereje, el que retrató como nadie la
intransigencia religiosa que a tanta gente inocente se llevó por delante
y que siglos después se mezclaría con otro tipo de intolerancias
igualmente proclives a eliminar a los contrarios ideológicos, muchos
minutos de silencio como homenaje al que sin duda ha escrito parte de
las páginas más brillantes de la Literatura en castellano de todos los
tiempos.
En el día de su definitiva segunda muerte se oirá
cada vez con más fuerza su voz y su palabra, las que ya se han liberado
de las ataduras de un cuerpo maltrecho, y resonarán durante muchos
milenios, los que le queden a la especie humana.
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